sábado, 29 de agosto de 2015

Y a ti, ¿qué te pega?

El día 27 de agosto se celebró la cuarta renovación de votos de Mª Ángeles Lara, hermana de la Consolación, en una eucaristía que tuvo lugar en la casa del Sagrado Corazón de Jesús de Albacete. Fue una celebración sencilla, cercana y alegre, como merece la ocasión.
A continuación, un extracto y adaptación de la acción de gracias de Mª Ángeles Lara tras renovar su consagración.
(…) «Yo no sé cómo sigues aquí; es que no te pega. Con lo independiente y autónoma que eres, que nunca te ha gustado sujetarte a las normas…». Esto me dijo hace poco alguien que me quiere y me conoce bastante. Es verdad, tenía razón, no me pega. Pero su comentario me hizo pensar en Quién es ese tan grande que hace que, aún así, no pueda despegarme de Él y que respeta y ama lo que soy.
Aunque suene extraño, en esta renovación me gustaría dar gracias por todas esas frases que me han ido diciendo y que, en algunos momentos, han conseguido inquietarme. Seguro que a muchas de vosotras (hermanas de la Consolación) os sonarán bastante.
Por ejemplo, eso de «¿cómo vas a abandonar a tu familia?». Hoy puedo dar gracias por comprender que eso no es así; que cada día están y los siento más cerca, que se establece una relación más profunda de lo que antes hubiera podido imaginar. Siguen alentándome en mi vida y, como dije ya en otra ocasión, lo que al principio parecía un obstáculo en mi vocación, ahora es un gran apoyo e impulso para querer vivirla coherentemente.

Más típico aún es lo de «¡qué pena…! Con el futuro tan bueno que te esperaba». Este verano descubrí que en hebreo la palabra futuro viene de la raíz hebrea que significa espalda. Y es que los hebreos, que son tan gráficos, entienden que se camina hacia el futuro de espaldas, sin ver lo que hay delante pero mirando lo que ya se ha ido viviendo. Eso es lo que da seguridad a mis pasos: aunque no sé muy bien lo que me espera en el futuro, puedo ver que el Señor ha estado conmigo y ha ido haciendo cosas grandes en mi vida.
Algo que no deja de aparecer en las conversaciones de este tipo es «pero si se puede hacer mucho bien sin meterse ahí». Eso está claro; sin embargo, lo importante no es lo que se hace sino el sentido que tiene lo que haces. Ser consagrada me da una identidad a partir de la que todo lo que vivo tiene otro sentido. Además, formar parte de esta Congregación hace que, con lo que cada hermana aporta, Dios haga algo muy grande. Así es que también gracias a la Congregación que un año más acoge mis votos (…), a mi comunidad (…).
Y, por último, tantas dudas de fe que me plantean cercanos y conocidos. Esas dudas que interpelan y hacen confrontar mi fe. Doy gracias porque me han dado la oportunidad de acompañar humildemente a tantas personas en sus dudas y llegar a la conclusión de que, aunque hay razones coherentes para mantener la fe, llega un momento en el que hay que agarrarse a la verdadera y arriesgada fe; no para creer a ciegas porque no hay más remedio, sino para creer en lo que te hace seguir adelante, tener fuerzas… Es más, ¿no creéis que no hay nada más real que lo que da un motivo y esperanza a tu vida?, ¿lo que te hace vivir de verdad?
Por todas esas frases y por las que aún seguro que me quedan por oír… hoy puedo dar gracias.
Gracias a los que estáis aquí hoy (…) y los que me acompañan con su oración sincera y cercana. (…)
Y, por supuesto, gracias al Señor, al Dios de la vida que me sigue esperando y llamando; el que paga la factura de todo lo que este año haya dejado sin hacer. Al que me hace libre para ser sierva de todos, como dice san Pablo.
Gracias a todos los que formáis parte del campo en el que encontré al Tesoro que hace cuatro años empecé a pagar (tampoco yo me libro de las hipotecas…). Ese campo que quiero cuidar y amar, como hizo Mª Rosa Molas, maestra en humanidad, que con su testimonio sencillo de vida hace creíble el Evangelio.
Sigo contando con vuestra oración y cercanía.
                                                                                            Mª Ángeles Lara, hnsc.