Este año he tenido la suerte de vivir una Semana Santa
diferente. Hemos compartido estos días con los presos de la cárcel de Campos
del Río, en Murcia.
Por las mañanas nos distribuíamos para entrar en los
distintos módulos de la prisión y poder compartir un rato con ellos haciendo
talleres y así poder conversar, escuchar sus testimonios, experiencias, su día
a día (la tan asfixiante rutina)…es poco tiempo, pero te permite acercarte un
poquito a su realidad. Abre la mente a nuevas reflexiones y te recuerda alguna
que a veces olvidamos; “No juzguéis y no
seréis juzgados”… ¿realmente lo hacemos? Buenos, malos…o simplemente
personas que han cometido un error (¿hay alguien que no los cometa?). No hay
estereotipos, me he dado cuenta de que realmente nadie tiene asegurado evitar
ese mal trago. Son personas, como cualquiera de nosotros, con familia,
sentimientos, gente a la que quieren, miedos, ilusiones……”no te dejes llevar
por la ira, el rencor, el pasado. Eso no te ayudará. Realmente al lado de
Cristo puedes encontrar paz”, decía uno de los presos, mirando hacia un futuro
diferente. Llama la atención que en medio de tanto caos puedan ver algo de luz.
También celebramos los oficios con ellos y la verdad es que
peticiones, cantos,…todo adquiere un sentido especial allí dentro. Esta experiencia
me ha ayudado a ver la realidad, una realidad distinta de la que tenemos
encasillada en nuestra limitada manera de pensar. A veces en los sitios y momentos más
inesperados, es donde más se aprende. “Hablad al corazón del hombre”, retumbaba
continuamente en mi interior.
Por las tardes celebrábamos los oficios en la parroquia de
un barrio humilde de Espinardo. Me sorprendió por la participación de la gente,
la grata acogida,…en esto sin duda alguna, tiene mucho que ver el sacerdote
(Antonio) y las hermanas.
Me gustó también mucho de la experiencia el hecho de que
fuera intercongregacional: Hijas de la Caridad, Hermanitas de la Asunción,
Hermanitas de Jesús y nosotros, claro, la Consolación; hermanas y laicos de
distintos lugares, distintos carismas, un mismo espíritu. No nos conocíamos
pero en seguida hicimos un gran grupo ; fue una riqueza el poder compartir la
fe y las distintas vivencias de estos días.
En esta Pascua realmente he vivido la Consolación…¿quién
consuela a quién?
Laura Alcón
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